24 julio 2008

Dolores Póstumos

Cuando empecé con el Martínez, solía decir que él fornicaba como los dioses, lo pasábamos bien, al principio éramos un par de calientes, nos sentábamos en el último pasillo de la plataforma y veiamos paginas xxx, casi nos comíamos ahí mismo, manoseándonos a escondidas, buscando los ascensores vacíos y las escaleras solitarias. a él lo volvía loco mi mente abierta, mi desvergüenza a todo terreno, teníamos la idea del fornicio sin amor, pero con los meses las cosas empezaron a cambiar, ya no le agradaba caminar x la calle mirando mujeres, ya no quería saber cual me gustaba más. comenzó a cansarse de mis ganas insaciables, lo escuché muchas veces negarse a mi cuerpo. me acostumbré a su piel insensible, me olvidé de cómo besar una espalda o morder una nalga. Me acostumbré a un pene como única herramienta para el amor.

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Me gustaba verlo orinar por que se excitaba de solo sentir mi mirada sobre él, era nuestro juego.
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Solos. En mi pieza, en su casa, en un motel, en mi living, donde fuera, él se estiraba y tenia una erección, siempre, era un ritual, nos quedábamos solos, se estiraba, yo le hacia cariño inocentemente y me reía.
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Parece que ya habíamos terminado, no me acuerdo bien, pero lo fui a ver a la casa, ya estaba en cama, no podía caminar, yo fui con una polera nueva, a penas me vio me dijo: se te ven lindas las pechugas, solo lo mire, me levante la polera y me acerque a él.
-Ufff!! mi Porrita, tu no más haces que me pasen estas cosas, hace meses que no sentía nada, pensé que ya no sentiría nunca más.
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Fue la última vez que estuve en su casa, no la despedida antes de morir, si no la otra, cuando ya me resigné a que no quería estar conmigo.
estábamos en su pieza, casi no salía de la cama, conversando por enésima vez lo mismo y él dale con que el cáncer, que los hijos que no me va a poder dar, que el sexo y que el trabajo que no tiene hace meses y yo dale con que no me importaba nada y que quería estar a su lado como fuera, que me dejara quedarme, cuidarlo y amarlo....me empezó a echar, a decir que ya no me quería, que lo tenia chato, que yo hacia todo mas difícil, me piqué lo reconozco,el sufrimiento me mataba y le devolví el daño.
-te vas a arrepentir de lo que me haces, maricón!
-córtala
-Me metí con el Antonio.
-cuando??
- en esa fiesta en la casa de la Pamela, cuando tú estuviste todo el rato contando chistes y poniendo música.
-....
-y con el Felipe también... en la misma fiesta.
-qué???
-lo pasamos regio los tres.
-soy muy puta...-lo dice casi en un susurro y yo apenas le pego en la cara, pero él me agarra la mano, me mira y me besa...me besa.. no lo puedo creer, hace semanas que esto se acabó y nos besamos apasionados ...me meto en su cama y nos tocamos como antes, re-conociéndonos, le robamos una erección al cáncer y hacemos todo lo que nuestras cansadas almas pueden hacer, me monto sobre él...el peso de mi pasión sobre su pene duro, nos frotamos por encima de la ropa... su boca ansiosa busca beber de mis pechos, mi mano urgente busca dentro de su pantalón, tócame por favor tócame, te amo maricón, nos revolcamos en el desorden de la cama, todo en silencio con los gemidos por dentro, igual que la pena y la rabia contenida, déjame quedarme a tu lado por favor, tai rica Porra, mis piernas separadas entregando su ofrenda, su mano diestra en mi humedad, se viene mi orgasmo y mis lágrimas, y lloro en su cuello mientras sus dedos entran y salen de mi, mi éxtasis sumergido en la pena más profunda... podría quedarme en este momento la vida entera, triste y gozosa, sepultada en lo mas alto del cielo, cansada de tanta pena, de suplicar compasión, de vivir la no vida esperando la muerte, te amo Martínez, por favor no sigas llorando, y mis espasmos se confunden con mis sollozos... tengo el orgasmo más triste, mojado en fluidos y lágrimas, que ganas de que la tristeza me lleve....pero la muy maldita esperara hasta que me consuma, así que tomo al Martínez y bebo de él, con mi pelo cubriendo la pena, tragando su calentura y pagando con dolor, con la clara conciencia de que no hay otra oportunidad para el placer compartido, de que después de esta mañana ya no lo veré mas, la enfermedad me lo quita sin piedad, chupo toda su falta de ganas, quisiera absorber sus dolores, que la boca se me llene de sus ganglios carcomidos, lo veo ensimismado en su placer, inconsciente al dolor que me trago, su esperma caliente me hace llorar casi a gritos, la más cruel de las despedidas, el amargo sabor de las quimioterapias entra en mi cuerpo, lavo sus vellos con mi llanto y me voy... sin ni una palabra, con la mochila más llena de lo que llegó, camino bajo con la lluvia con los síntomas de la quimio, calmando mi sed con lágrimas, lavándo
me yo misma la pena.